viernes, 1 de julio de 2011

El Afilaó

Hay veces que recordamos cosas de nuestra juventud, hace unos días vi a un afilador por la calle. Hace tiempo que pensaba que este oficio estaba ya extinto.
La cuestión es que esta imagen trajo a mis recuerdos algunos de aquellos días de mi juventud. Esta situación, no me recordó exactamente a los afiladores, si no, un personaje que en su día me hizo reír y con el que disfruté en su momento por sus actos y representaciones.
Me refiero  a mi entrañable amigo Camilo. Camilo, cuando ya la noche pasaba por largo y en alguna ocasión los astros del alba se escondían; empapados de alegría, comenzaban las actuaciones de  Camilo:
Normalmente necesitaba una silla de anea que usaba a modo de bicicleta, con el cuerpo ligeramente flexionado sobre la silla sujetando los morriones con ambas manos, como sujeto al manillar y haciendo pedales con la pierna derecha, cantaba:
Soy maestro afilaó que vengo de Engalaterra, en esta esquinita me paro con ganas de trabajá, saco mi cuchillito y me pongo a afilá (paseaba la palma de la mano abierta en un vaivén de palma y reverso a modo de afilar el cuchillo imaginario), lliiiii,lliiii,lliiiiii. Me asoma una niña al balcón y me dice de esta manera: “Señor afilaó, ¿Cuánto me va usté a llevá por amolá estas estijeras?,”.”Le llevaremos dos rales si está conforme en er trato, si quiere, también le remacho er clavo. lliiiiii, lliiiiiii, lliiiiiii”

¡Otra vez! Camilo, venga, otra vez, gritábamos todos entre aplausos y vitores. Y allá que iba Camilo con su siguiente interpretación, que no era ni mas ni menos que la misma. ¡Vamos, que lo bordaba!

¡Gracias Camilo!, por aquellos inolvidables momentos. Esos momentos que hoy día recuerdo con nostalgia, pero que al final me llenan el corazón de alegría.

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