Era
doña Pía, una Sra. de mucha Iglesia y
muy respetuosa y cumplidora de los
Mandamientos de la Ley, que no le permitían folgar más que para
engendrar, que eso le
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Doña pía |
decía el padre Lotario «copula solo para engendrar doña Pía, que
sobrepasar eso es Lujuria y en las mujeres se duplica el pecado; el hombre, es
lascivo por naturaleza y Dios, es más benévolo con ellos». Cada vez que a cuento
venía y siempre bajo secreto de confesión, doña Pía, le contaba sus inquietudes
«en honor a la verdad padre Lotario, me gusta que mi marido me monte, pero
siempre con la esperanza de quedarme preñada que es obligación matrimonial
traer hijos al mundo»
Como
quiera que Dios, no le daba hijos y no contravenía el mandamiento sagrado Doña
Pía, folgaba todas las noches.... Y sin necesidad que fuese de noche que los
mandamientos no decían nada al respecto. Muchos años estuvo así Doña
Pía, pero las brasas con el tiempo se fueron apagando y el marido de doña Pía, entró en recesión, donde antes había día y
noche empezó a quedar solo noche, entre dos luces, y al final, dos velas.
Viendo pues
doña Pía que su marido perdía el apetito carnal, tuvo varias consultas con don Rogelio, médico del pueblo,
quien le aconsejó dejar seguir las cosas como estaban y su curso a la naturaleza que era sabia.
-Los años no pasan en balde y tú ya no tienes edad para esos menesteres doña Pía.
-Pues yo aun puedo, aun puedo..
No quedaba
satisfecha doña Pía con los consejos del Galeno, y convencida de que era un mal
médico y un ignorante y que además lo decía para fastidiarla, planeó visitar en
Zafra a una curandera llamada Yelizaveta
Vasilieva, venida de no se sabía a ciencia cierta de donde, pero que en poco tiempo había
alcanzado fama “universal” en todos los pueblos. En los mentideros se decían de
ella cosas tan dispares como “titulada
en las universidades de Membrih y de Canfor” “doctorada en medicina y cirugías
por la universidad de Moscovia” “la bruja de Pangea” “la pitonisa de Siberia” y un largo repertorio
de títulos y nominaciones.
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Anna Kulishova |
Recibió Elisaveta, que así es como se presentaba la curandera, a doña Pía, una mañana de septiembre. Una vez realizadas las presentaciones:
-Usted dirá doña Pía, cuáles son sus
dolencias.
-Más que dolencias son carencias Sra. Elisaveta. Resulta que llevo más de 20
años intentando traer un heredero al mundo. Dicen en el pueblo que soy machorra,
pero yo sé que no lo soy, también sé que ya no atraigo a mi marido y que está
entre frío y aburrido, mis encantos ya no son suficientes para levantarle el ánimo
y no es por falta de paciencia, pero necesito seguir intentando quedarme
preñada que es mi obligación como buena sierva de Dios, a quien elevo mis
plegarias todos los días. Con esto, creo que queda clara mi presencia en esta
su casa.
-Bien, doña Pía, aprecio, que es usted mujer ardiente, que tiene usted 45 años y que por tanto la cosa se complica muchísimo, aprecio que viene usted sangrando y
que, por ello, aún, puede parir. El caso merece mucha atención y que sigamos al
pie todos los protocolos que el asunto requiere. Para empezar, me voy a adecuar
para la ocasión, en tanto, vaya usted quitando la ropa y póngase en pelota.
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La Mañana (Lovis Corinth) |
Quedó Doña Pía tan sorprendida como contenta al comprobar que de un vistazo
le había adivinado algunas cosas, su estado, la edad y por si fuera poco que tenía
los días de sangrado que últimamente eran muy irregulares.
Al poco volvió a la sala Elisaveta, ataviada con una túnica blanca de anchas
mangas y bordada con hilo dorado, portaba un canasto de mimbre en cuyo interior
había diversos frascos. Depositó los frascos en una mesa rectangular que había
en la sala adosada a una pared de la que colgaban tres cuadros con dibujos de
Leonardo da Vinci, en el centro el Hombre de Vitrubio y a izquierda y derecha,
el embrión humano y anatomía humana. Todo esto, envolvió a doña Pía de tal
manera que ya soñaba con que Elisaveta, era el médico ideal y quien resolvería las
carencias de su esposo. Máxime cuando esta la hizo tumbar en un catre cubierto con unas sábanas inmaculadas, limpias
y de una blancura que solo podía deberse a la divinidad.
Comenzó a palpar el cuerpo de doña Pía de cabeza a pies, se detuvo mucho más en la vulva que había lavado previamente.
Después, se volvió hacia la mesa y con los brazos en alto recitó con voz
solemne: “Capitulare
de villis vel curtís impeeri . Missi dominici. Placitum generale. Apium, cinnamomum, malva, coriandeum, cauda lacartae, lauru folium et cyminum”. Una vez terminada la
letanía comenzó a mezclar el contenido de los frascos en uno vacío mientras le
daba instrucciones: "Cocerás hígado de chivo, zanahorias, almendras y canela en
rama. lo machacarás en un almirez y se lo darás al hombre dos veces en semana.
Te lavarás el chumino con agua muy caliente, comerás uvas pasas y chuparás
una rodaja de limón todas las noches antes de acostarte. De la poción que te
preparo, deberás tomar medio dedal tú y uno entero tu hombre todos los días por
la mañana y en ayunas.
Son 16 reales".
Por el precio de la consulta, ya quedó plenamente segura que su embarazo
era infalible y que Elisaveta, como poco, era el mejor médico de las Españas y del
extranjero.
No se
sabe si por sugestión o por no tener que tomar más potingues, el marido de doña
Pía, volvió a cabalgar. Eso sí, no con la frecuencia que doña Pía deseaba.
Doña Pía, empezó a sentir los síntomas del embarazo a finales de octubre, vómitos por la mañana y comienzo de
crecimiento de la barriga y los pechos. La barriga de Pía, iba para arriba y los
colores le asomaban a la cara. Todo era gozo, aunque tenía un embarazo
complicado. No obstante, doña Pía, apremiaba a su marido a
seguir ejerciendo la hípica no fuese que el diablo que es muy malo y dado a
destrozar felicidades divinas interviniese y destrozase lo que tantos trabajos
le había costado.
-Pero Pía, porqué tengo que seguir
tomando esa porquería si ya estás preñada.
-Por si acaso, hay que seguir alimentando la preñez, así que calla y a tomar
la receta, que la ilustrísima Sra. doctora Elisaveta, que Dios proteja muchos años
para bien del mundo, no dijo en ningún momento que dejases de tomarlo cuando me
quedase preñada.
El embarazo de doña Pía se hizo evidente y ella lo paseaba con orgullo.
-Doña Pía, por lo guapa que estás seguro de que va a ser un niño.
-Dios dirá, señora Lucía, Dios dirá. Sea lo que sea, bienvenido será.
Así transcurrieron los días hasta que una mañana de febrero, amaneció doña
Pía con fuertes dolores en el bajo vientre.
-¡Ay que ya está aquí, que ya viene! Llama al inútil ese de don Rogelio,
corre y llámalo que siento que se va a presentar la criatura. Si llego a saber
esto, me planto en Zafra, en la casa de Elisaveta, que seguro que me atiende
mucho mejor que el abombado este.
Se presentó don Rogelio, en casa de doña Pía. Estaba esta en decúbito supino con las rodillas flexionadas
y las nalgas abiertas chillando a voz
en grito ¡ay, Señor! ¡Ay! Asomó la cabeza don Rogelio, para ver si venía la
criatura, y estando en esta observación, soltó doña Pía un pedo tan enorme que despeinó
a don Rogelio. Asombrado por lo espantoso del pedo se quedó inmóvil y acto seguido
vino otro pedo con tal virulencia que le solapó las pestañas a las cejas.
-Doña Pía, he de comunicarle que es una falsa alarma y que...
Estando en esta conversación y asqueado de los dos pedos en la cara,
comenzó don Rogelio a largar por la boca el café de recuelo migado con el que
se había desayunado momentos antes, con tan mala fortuna, que fue a caer encima
del marido de doña Pía. Este, al sentir semejante vomitera en su cuerpo, cogió la
escupidera que estaba llena de la orina de por la noche y se la echó por la
cabeza a don Rogelio.
Salió don Rogelio, como alma que lleva el diablo de la casa de doña Pía. Los
vecinos que aguardaban en la puerta los resultados del parto, al ver salir de
tal guisa a don Rogelio, le preguntaban .-ha sido difícil el parto, niña o
niño. A lo que don Rogelio, sin parar de correr decía .-Temporal, ha sido un temporal
con todos los avíos.
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Zafra-calle del Obispo |
Al día siguiente partieron doña Pía y su marido para Zafra y se presentaron
en la casa de Elisaveta.
-Qué vergüenza, el Parto se me ha ido en un en un soplo.
-En dos, Pía, en dos. No le mientas a la Sra. Elisaveta.
-A ver ¿qué es eso del parto? no entiendo nada.
Contaron a Elisaveta todo lo ocurrido.
Comenzó la curandera a explorar a doña Pía, cuando terminó, se dirigió al matrimonio con una entonación suave y melódica "Apreciada familia, lo de ayer, sin duda alguna fue un ataque de flatulencias
debido a la acumulación de gases. Usted misma, doña Pía, debería saber que una
preñez dura nueve meses y que usted vino a visitarme hace solo cinco y por
aquel entonces no estaba usted preñada. Hoy me cuenta que se quedó preñada poco
después de visitarme, cosa que ahora veo que no es cierta, usted, señora Pía,
ha estado preñada solo en su imaginación y ha sido tan fuerte su deseo que se
han desarrollado todos los síntomas de un verdadero embarazo.
En tanto esto decía Elisaveta, doña Pía, corrió hasta el catre, y dejándose
caer, rompió a llorar con tanta pena que hizo que su marido se abrazase a
ella y comenzase a llorar tan desconsolado y con la misma desazón y pena que su mujer.
Elisaveta, comenzó a hablar, pero comprobó
que ninguno de los dos la escuchaba.
Administró un poco de éter en un paño y lo depositó en el rostro de los plañideros que sollozaban cara
con cara compartiendo el dolor que sentían.
Cuando volvieron en sí, Elisaveta, los observaba sentada en una silla.
-Bienvenidos de nuevo a este mundo. Antes de nada, doña Pía, quiero que sepas que me llamo Anna,
Anna Kulishova, que soy médico y que estoy aquí circunstancialmente y por algo
que es largo de explicar y que no viene a cuento, aunque por
distintos motivos, yo, como usted, soy una mujer inquieta e inconformista.También
quiero decirte, que lo que acabo de confesar será nuestro secreto, nadie más deberá saberlo por mi propia seguridad. Os estaba
diciendo antes de vuestro desmoronamiento que tu primera preñez era producto de tu deseo,
pero, mi apreciada Pía (era la primera vez que la llamaba sin el tratamiento
de doña), querer es poder, y su insistencia y su deseo han sido contestados, le
tengo que comunicar que está usted fecundada y que en el plazo de siete meses
su familia se verá incrementada.
Allí continuaron los llantos, los saltos y los abrazos, pero en esta
ocasión llenos de gozo y alegrías. Doña Pía, ofreció a Elisaveta, ser la madrina
de su futuro hijo, a lo que Elisaveta respondió .-Sería un honor para mí, apreciada Pía, y por ello te quedo muy agradecida, pero para antes que traigas al mundo a tu hijo, yo, deberé estar con los mío. Cuando ya no esté
por esta tierra tan maravillosa y que tan bien me ha acogido siempre me
quedará vuestro recuerdo. Cuando nazca tu hija, ponle por nombre Elisa.
-Cómo sabes que va a ser una niña.
-Porque no concibo tu embarazo más que por la ayuda de Dios, y ese, es el significado de su nombre.
Doña Pía, se hizo el propósito de visitar a don Rogelio para pedirle perdón
y comunicarle la buena nueva y para que, si tenía a bien, siguiese su embarazo,
pero esta vez sin necesidad que se asome demasiado para evitar posibles
afrentas.
También visitaría a don Lotario, para decirle que ya no sería necesario
que la advirtiese sobre la lujuria, porque iba a seguir folgando en tanto
tuviese ganas y su marido estuviese dispuesto “ya me encargaré yo de que lo
esté, porque le voy a dar los potingues de Elisaveta, hasta que las
ranas críen pelos, que con su generosidad me ha dejado como he de hacerlos” porque ese Dios, tan bondadoso que le estaba dando un hijo, era imposible que la privara de la
felicidad que le daba yacer con su marido, especialmente si se hace, como es deber de todo cristiano, buscando traer hijos, que para eso lo haría
ella por el resto de sus días, dejando de la mano del Altísimo conseguirlo, o no,
Siete meses después de su última visita a Elisaveta, doña Pía, asistida en el parto por don Rogelio, dio a luz.
-Es una niña y es, preciosa.
-Ya lo sabía don Rogelio. Se llama Elisa.
Vaya tela con Dña. Pía. El que la sigue la consigue.
ResponderEliminarPor fin… Dña Pía lo consiguió.
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