Posiblemente correría el mes de Diciembre y mediados de los 50. Aquella noche cerrada de tempestad sonaba como una orquesta sin arreglos melódicos, los truenos de las tormentas rasgaban el cielo, el techo de la cocina se dejaba acariciar por las goteras que caían hacia el suelo para ser recogidas por cubos, palanganas y cazuelas produciendo un tintineo con sus diferentes notas de percusión. El aire, penetraba con violencia por las rendijas abiertas en los quicios de puertas y ventanas con tétricos silbidos, la vibración de los cordeles del tendedero despojado de ropas, completaba la composición amorfa.
Los candiles, a duras penas luchaban por alzar sus llamas vencidas haciendo bailar las sombras proyectadas al mismo son. Paco, (1) ya había dado los avisos de corte.
Con aquella luz y muy de cerca, apenas se distinguían los ojos vidriosos y muy abiertos de los hermanos, todos amedrentados por "la cabra montesina" y por la "Marimanta (2)" vista en días anteriores por algún callejón del pueblo.
|
Marimanta |
-¡Vamos! ¡todos a la cama!. Decía la madre. .-Hoy la tempestad es grande y la lumbre se apaga.
-Mamá, yo voy a echar otro tronco a la candela, no tengo ganas de irme a la cama.
- Hijo, algunas veces eres tan extraño, anteanoche dijiste lo mismo , se, que te vas a ir
a la calle. ¿ crees que no me doy cuenta? Ten cuidado hijo, ten cuidado, la noche es traidora y acechan las sombras.
Aquella noche cerrada lo esperaba su amada para hacer posible lo imposible y para apagar el candor de sus almas.
Mientras esperaba la hora, pensó en su padre, aquel hombre débil de tez curtida por el sudor y el sol, aquel hombre que le enseñó cuan dura era la vida y que en su lecho de muerte le pidió que olvidara aquel amor imposible.
¨Solo te servirá para ser infeliz hijo, busca una mujer de tu cuna. Una mujer honrada y trabajadora como tu madre. Déjate de señoritingas refinadas, que esos forrajes no son para los burros"
Atravesó el umbral de la puerta abofeteado por la alevosía del agua y el viento, se tapaba con la manta que usaba como mantilla para la albarda de la burra. El, a pesar de haber cumplido 18 años, también sentía el cosquilleo del miedo, habían visto una marimanta en días pasados, casualmente el mismo día que él intentó sin éxito estar junto a su amada, solo de pensar que podría haberse topado con ella le erizaba los vellos. "¡Señor, Dios de mi corazón, líbrame de La Marimanta!".
Recordó como había sucedido todo:
"Aquel día, estaba pastoreando sus ovejas cuando escucho las risas y las voces juguetonas de aquellas jóvenes. Le llamaron la atención sus voces agudas y pulidas, escondido tras las jaras las observaba imaginando una historia irreal en la que él, era protagonista. Estando en este mundo de fantasías:
.-¿Que haces espiando? ¿no tienes nada mejor que hacer?
.-¡Eh! yo... Señorita, no... no se...
.-¡Uh!, no te ruborices. Es normal que un hombre joven como tú observe a las chicas, sobre todo, cuando la única compañía femenina que conoce, es la de las ovejitas.
.-Señorita, yo... yo...
.-Yo, yo, yo, a ver ¿de todas las ovejitas que tienes ¿cual es la que mas te gusta, la del lunarcito en la oreja o la morenita? - dijo con sarcasmo-
Esa frase punzante y agresiva, nunca esperó recibirla de aquel ángel, de aquella aparición celestial que lo había dejado perplejo. En otras circunstancias habría corrido a esconder su vergüenza.
.-¡Señorita, yo, no tengo relación con las ovejas salvo la de mantenerlas y cuidarlas, darles mi protección y procurarles buenos pastos y seguridad. Soy un buen pastor, y usted, una malcriada insolente!.
.-¡Anda!, pero si el pastorcito además de mirón y resultón sabe hablar. Si no fuese por el olor y la ropa andrajosa que llevas, miraría si tienes la espada tan afilada como la lengua.
.-El olor que desprendo es del trabajo, y la ropa, la que mi salario alcanza. La espada guardada la tengo y serías tu la ultima para quien yo la desenvainara. Aunque, mirándolo bien, mereces que te aseste una buena estocada.
La joven quedó confusa ante la firme e inesperada respuesta del pastor
.- ...lo siento, yo... no sabía..creía... que...
-Qué es lo que no sabias, que creías
-Creía que los pastores no teníais vocabulario, conocimientos sobre el trato con personas digamos... como nosotras, mas..
-¿Superiores? ¿mas ricas? . Señorita, ¿alguna vez ha hablado con alguno de nosotros?. Ha intentado saber por sus medios como somos, que hacemos o que sentimos. Para usted quizás la vida sea muy fácil, no necesite trabajar, lo tenga todo, alimentos, vestidos, dinero para malgastar. La mía, créame, no lo ha sido tanto. No se mucho de letras, pero si de respeto al prójimo, cosa que creo que a usted no le han enseñado ni sus padres ni los colegios de postín a los que haya ido, y con esto termina todo lo que yo tengo que decirle.
-Mi nombre es Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, me gustaría conocerte mejor y así saber cual es vuestra realidad, estoy tan confundida.
-Mi nombre es Arturo, aunque todos me llaman Trespasos.
-¿Trespasos? -Preguntó Federica haciendo un gesto de incógnita.
.-Si, me resulta difícil explicárselo Señorita, me llaman así por... me llaman así... pregúntelo por ahí, yo no se como... algunos me llaman trespiés.
.-Ja,ja,ja, ya, ya entiendo.
.-Me tengo que ir con las ovejas.
.-¿Andas siempre por este lugar?. Me gustaría volver a hablar contigo.
.-Por donde estén las ovejas, estaré yo.
Desde aquel día Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, hizo todo lo posible por encontrarse con Arturo "Trespasos". Ambos se contaron sus vidas, la de la una, una vida holgada en la capital, asistía a los mejores colegios y su residencia estaba en una de las mejores urbanizaciones. Pasaba sus días libres de compras en establecimientos de postín y asistía asiduamente a clubes privados donde el único objetivo era la diversión. Sus padres, la dejaban venir todos los veranos a la finca de unos amigos que tenían una hija de su misma edad, en tanto ellos se iban a algún lugar de la costa. La habían comprometido en un pacto de intereses con el hijo de un afamado joyero y heredero único, a quien Federica Lorena Figueroa López-Montenego no conocía.
La de Arturo, una vida llena de trabajos, de agua, frío, calor, desde las claras del día hasta la puesta de sol. Su padre, enfermó de tuberculosis siendo él un adolescente y se tuvo que hacer cargo del sostén de la familia. Le gustaba la lectura y la escritura, mientras estaba con las ovejas leía todo lo que le caía en manos y escribía en cualquier piedra lisa o papel que encontraba, pero nunca guardó nada de sus escritos. Por única fortuna tenía un reloj de faltriquera con la leotina de plata y un perro grabado en relieve en la tapa, regalo que le hizo un relojero de Zafra por apaciguar una reyerta en un bar de las 4 esquinas por un quítame allá esas pajas, de la que de no ser por su mediación, podría haber salido malparado.
Todas las jóvenes del pueblo y algunas, tal vez mas de la cuenta, no tan jóvenes, lo miraban a hurtadillas y le dedicaban unas risitas. Arturo, en su candidez, siempre pensó que hacían burlas de él, imaginando un defecto donde los demás veían una virtud. Nunca se atrevió a sacar a bailar a joven alguna en las contadas ocasiones que había baile en el pueblo. Además, con el trabajo y la necesidad, tampoco tuvo mucho tiempo.
Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, al día siguiente visitó a nuestro pastor, se sentó junto a él dejando entrever el seno y parte de las mamas. Arturo, miraba ruborizado hacia otro lado aunque de vez en cuando la vista lo traicinaba. Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, rozaba su brazo con el de el, como si de un acto casual se tratara.
Las tardes que habló con Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, teniéndola tan cerca y respirando aquél aroma floral fueron encendiendo una llama en su interior que le resultaba difícil apagar. Aquellas noches las pasaba pensando en que al día siguiente tendría valor para decirle a Federica Lorena Figueroa Lopez-Montenegro que deseaba besarla, tenerla entre sus brazos, pero llegado el momento, recordaba lo que le había dicho de su olor y de su ropa y decaía su moral y los propósitos que tan firmemente se había planteado.
Acabó el verano y Federica Lorena Figueroa López-Montenegro, se fue del pueblo tan virginal como había llegado y nuestro cándido Arturo se quedó con el recuerdo de su preciosa imagen, del frescor de su aroma y de sus últimas palabras "he esperado todo este tiempo que tu celo fuese superior a tu prudencia", lamentando día tras día su cobardía.
Aquel otoño, murió su padre, y pese al dolor que le causó, Arturo, no dejó de pensar en Federica Lorena Figueroa López-Montenegro.
Se aproximaba la Navidad y a sus oídos llegó por los pregoneros de la calle "los escusaos" que Federica Lorena Figueroa López-Montenegro estaba en el pueblo en compañía de su madre. Arturo, desde que tuvo la noticia, esperaba todas las tardes junto a las ovejas su aparición. Al comprobar que los días pasaban y esta no se producía, decidió escribirle una nota en los siguientes términos:
para
Federica Lorena Figueroa López-Montenegro
soy Arturo, desde que te fuiste, no he dejado de pensar en ti. No he tenido nunca relación alguna con mujeres, ni normales, ni de las que llaman ligeras.
Quisiera tener la oportunidad de dirimir mi prudencia y demostrarte que mi pasión es muy superior y, que ahora está muy crecida. No mal interpretes lo de crecida, me refiero al fuego que siento por dentro.
Dime donde y cuando podemos vernos y allí estaré. Este, tuyo que lo es
Arturo
La precipitación hizo que entregara la nota a una de las sirvientas mas lisonjera de la casa, con lo que la nota fue a caer en manos de la Sra. madre de Federica, recibiendo esta toda clase de detalles de quién era el temerario Arturo y que defectos y cualidades tenía.
La madre, antes de crear cualquier polémica, decidió conocer en persona al tal Arturo y saber de primera mano cuales eran los "defectos" del personaje, utilizando el mismo correo para sus fines.
Querido Arturo, como he de salvaguardar mi honestidad, me podrás visitar por la noche a partir de las 12, nunca antes. Tendrás que saltar al patio de la casa y encaramarte a la segunda planta, hay una terraza pequeña con una ventana enrejada que ocupa toda la altura de la habitación. Ese será nuestro punto de reunión. Te ruego el mayor de los sigilos y que procures no hacer ruido alguno para no poner en peligro mi reputación.
Cuando allí estés, darás tres golpecitos en el cristal de la ventana. Si no puedo salir por cualquier circunstancia, vuelves en días alternos y así harás hasta que podamos vernos.
Échate sobre la cabeza una manta o una sábana para que nadie, caso de que te vean, te pueda reconocer.
Siempre tuya
Federica Lorena Figueroa López-Montenegro
Cuando Arturo leyó la misiva, no cabía en sí de gozo, su mente se repetía una y otra vez "siempre tuya, siempre tuya"
La lluvia había cesado, las nubes corrían vertiginosas por el cielo, negras, tenebrosas, dejando entrever la claridad de la luna por escasos momentos, el viento le impedía oír cualquier sonido a su alrededor, no veía mas de tres pasos al frente salvo cuando algún rayo iluminaba la calle con la nitidez del día en un segundo. Arturo, se sentía perseguido par las sombras, recordó a La Marimanta, el vello se le erizó, agudizó la vista y escudriñó la oscuridad, esperaba otro relámpago que clarificase las sombras. Apretó los glúteos y aligeró el paso a conciencia que podría caer en cualquier momento, pero llevaba el miedo adosado al cuerpo y este, le impedía andar con cautela.
Llegó a la tapia del patio de la casa, dos metros de altura lo separaban del interior, como en la ocasión anterior saltó sobre la tapia agarrándose a la misma con las dos manos e impulsándose con los pies, se encaramó en lo alto. Saltó hacia el suelo con tan mala fortuna que uno de los pies aterrizó sobre una maceta, lo que provocó que nuestro amigo Arturo diese con los huesos en el suelo, pero no le dolía el golpe a Arturo tanto como el pánico que sentía a despertar a los moradores de la casa. Esperó en la misma posición en la que había caído durante un largo tiempo a la espera de que alguien saliera por la puerta del patio, cosa que no ocurrió. Con mucha destreza y agilidad, trepó a la terraza donde lo recibiría su amada. A tientas, llegó a los barrotes de la ventana y dio tres golpecillos con el nudillo del dedo índice sobre el cristal, nada, esperó un largo tiempo y volvió a llamar, nada, la misma respuesta que en días pasados. A punto estaba Arturo de volver decepcionado sobre sus pasos cuando escucho deslizarse el cerrojo que cerraba las dos puertas de la ventana, no podía ver, pero sentía la presencia de Federica Lorena Figueroa López-Montenegro a través de las rejas y su olor fresco, no era el mismo que recordaba, pero era igual de fresco.
-.Federi...
.-ssssssssss, ssssssss
Sintió las manos de Federica deslizarse por sus brazos hasta asir las suyas. Que sensación tan agradable, aquellas manos tan suaves, tan calientes, rodeando las suyas. Las manos de "Federica" no perdieron mucho tiempo para ir a buscar la bragueta de Arturo.
-.Federi...
.-ssssssssss, ssssssssss
Asió el miembro de Arturo y este no pudo remediar una erección inmediata, aquello era otro mundo.
.-¡ooooooohhhhh!- aquella exclamación sorprendió a Arturo, quien al principio no sabía si era de estupor, de sorpresa, fascinación o miedo. Pero como su amada no soltaba la presa, concluyó Arturo que no la había asustado en demasía. Máxime, cuando sintió que su amada se arrimaba a la reja y con una habilidad que lo sorprendió, cuando quiso darse cuenta ya estaban en los ayes.
Arturo agarraba a su amada como podía a través de los barrotes y a esta no le importaban los ruidos que hacían, que sin embargo a Arturo lo preocupaban en demasía. Para que no faltase de nada en la fiesta, la lluvia arreció empapando a Arturo y posiblemente a su amada, pero a ambos parecía que les importaba poco, a la una por el éxtasis en que estaba inmersa y al otro, porque aquello apagaba todos los gritos de placer de su amada.
Cuando todo terminó quiso hablar Arturo,
.- Federica..
.-ssssssssss, sssssssssss, vuelve pasado mañana. - dijo su amada en un susurro.
.-Si que te ha cambiado la voz en estos meses.
.-sssssssssss. -y cerró la ventana.
Arturo volvió por sus pasos y aunque había amado a su amada, le quedaba el escozor de como había sido, él, que siempre esperó un acto íntimo, cálido y placentero. Ya le faltaba poco para llegar a su casa, cuando un relámpago iluminó toda la calle, a unos cincuenta metros vio aquellas dos sombras oscuras "¡Marimantas!", se dio media vuelta y comenzó a correr sin destino fijo, la suerte quiso que en un nuevo relámpago, descubriese una oquedad en una pared y allí se metió Arturo con la esperanza de que las marimantas no lo encontrasen, rezó a todos los santos, se encomendó a Dios y pensó en Federica Lorena Figueroa López-Montenegro y en todas sus castas y en la situación en la que lo había metido con la mierda de guardar su dignidad, reputación y la villa en pasta. se juró y se perjuró que si salía de aquellas y Federica la madre que la parió y otros tantos nombres querían divertirse, lo tendría que hacer en un buen colchón de lanas de ovejas y al amparo de la lumbre y bien recogidos en una casa, que es, como Dios manda estas cosas y no a través de unas rejas, empapado de agua y temblando de frío, y por si fuera poco, perseguido por quien sabe que diablos.
-¡Estas putas linternas que nos da el Gobierno son una puñetera mierda!
-No digas eso Frijales, que como te escuche alguien te echan del cuerpo
"La madre que me parió, si son los Guardias Civiles, como me encuentren me matan a palos con la que está cayendo. Señor; Señor, Dios de mi corazón, mejor que me coja La Marimanta "
Allí escondido estuvo Arturo hasta que la Aurora empezaba a asomar y pudo correr hacia casa como alma que lleva el diablo. Se cambió la ropa, se seco y se fue con sus ovejas.
Cuando por la tarde regresó al pueblo notó que había cierto revuelo, la noticia de que la Guardia Civil había perseguido a una Marimanta en la madrugada le sorprendió "no es posible, me han confundido con una Marimanta, con el miedo que a mi me dan"
.-Pues sí, dicen los civiles que volaba.
.-Que volar ni volar, las marimantas es todo una mentira, eso es algún amancebado, que no os enteráis, que las Marimantas son de carne y hueso. ¿Tú que dices Arturo?.
.-De carne y hueso, sí, de carne y hueso.
.-Pues claro que sí, alguno que tendrá un lío y aprovecha la noche para desliarlo.
.-De carne y hueso sí.
Cuando Arturo llegó a su casa, su madre lo estaba esperando muy alterada
.-¿Donde estuviste anoche hijo de mi vida?
.-Mamá, no es conveniente que lo sepas.
.-Hijo de mi alma, de mi corazón, dímelo
.-Fui a la casa donde se hospeda Federica Lorena no se que no se cuantos.
.-Pues se rumorea, mejor dicho, todo el pueblo sabe que ayer a la tarde la envió su madre para la capital, Vino un coche expresamente para llevársela. Bien sabes que la venida de un coche al pueblo, es un espectáculo que tardará en repetirse. Tú como estas siempre en el campo, eres el único que no se ha enterado.
.-Eso no es posible madre.
.-¡Que no es posible que?
.-Que Federica se fuese
.-Hijo, no te estoy hablando por oídas, lo vi con mis propios ojos. A mi también me gusta ver un coche como a todo el mundo. Por cierto, han traído una carta para ti.
|
Jean Peské, mujer escribiendo una carta |
Con ansiedad, cogió la carta Arturo, en su interior había cuatro billetes de 5 pesetas y una nota escrita en estos términos:
Apreciado Arturo
(lo de apreciado lo digo con toda la sinceridad del mundo)
Nos ha tocado vivir en mundos diferentes, yo, en el lado del poderío económico y el bienestar.
Tú, en el lado de la miseria y la fatiga.
Sin embargo, no sabes cuantas calamidades y frustraciones he padecido en esta vida y que el dinero, no me ha podido satisfacer.
Me case muy joven, un matrimonio de conveniencia que me ha dado estabilidad económica y un lugar importante en la sociedad y me ha quitado, el descubrimiento del cariño y el amor por un hombre.
Para Mi hija Federica Lorena, le he preparado un matrimonio como el mio, por ello he de reconocer que le doy mas importancia al dinero que al amor, pues el amor es efímero.
Tu, soñaste con poseer a mi hija, y la has tenido, y a partir de leer esta misiva, también me habrás poseído a mí, a la una porque así lo creías y a la otra porque así fue la realidad.
La intriga de poseer a un hombre joven y bien dotado, ha podido mas que mi honorabilidad y por la forma de hacerlo mas que mi honestidad.
Búscate una mujer de tu cuna, que con toda probabilidad sabrás hacerla feliz y ella sabrá hacerte mas feliz que mi hija, aunque me duela reconocerlo.
El dinero que te adjunto, no lo consideres una ofensa. lo hago porque siento que te lo debo por lo bien que me has hecho sentir. Quiero que sepas, que jamás tuve un momento tan espléndido como el pasado contigo y soy una mujer que siempre paga sus deudas.
De mi sinceridad, dan fe estas líneas con las que puedes acudir a cualquier sitio y comprometer mi reputación. Pero se, que no lo harás, porque también se, que eres pobre pero honrado e integro.
Esperaba un segundo encuentro contigo, pero después del revuelo que has armado en el pueblo, la prudencia me aconseja lo contrario. Tal vez, si en alguna ocasión y por ventura vuelvo a Malcocinado, esperaré con el balcón de par en par a La Marimanta, ese ser que tanto pánico causa en las gentes y tanto placer en mí.
Siempre tuya
María Antonia López-Montenegro Ferias.
Cuando Arturo terminó de leer la carta, se sintió un hombre libre, feliz, no estaba apesadumbrado y no se sentía engañado, dibujó una sonrisa en sus labios, cosa que agradó a su madre y entre dientes se le escapó la frase "Tiene cojones que con lo que la he temido, yo sea La marimanta."
Advertencia.- Todos los personajes de esta historia, salvo Francisco Alejandre Grueso, son inventados por su autor y cualquier parecido con personas existentes o que hayan existido es pura coincidencia.
(1).-Francisco Alejandre Grueso, propietario de "La Fabrica de la Luz" y tío abuelo del autor de este relato. Antes de cortar la luz eléctrica, daba tres avisos.
(2).-Elementos tapados con mantas o sábanas que deambulaban en la oscuridad de la noche por las calles del pueblo, considerados fantasmas por niños y mayores, aunque eran mundanos y reales. Solían ser personas que camufladas bajo sábanas o mantas, aprovechaban la oscuridad para visitar de forma clandestina a mujeres casadas o doncellas, para garantizar su reputación o mantener el anonimato de la relación.
En muchas menos ocasiones, se trataba de mujeres, pero también podría haberse dado el caso.