sábado, 29 de octubre de 2016

Doña Pía

Era doña Pía, una Sra. de mucha Iglesia y muy respetuosa y cumplidora  de los Mandamientos de la  Ley, que no le permitían folgar más que para engendrar, que eso le 
Doña pía
decía el padre Lotario «copula solo para engendrar doña Pía, que sobrepasar eso es Lujuria y en las mujeres se duplica el pecado; el hombre, es lascivo por naturaleza y Dios, es más benévolo con ellos». Cada vez que a cuento venía y siempre bajo secreto de confesión, doña Pía, le contaba sus inquietudes «en honor a la verdad padre Lotario, me gusta que mi marido me monte, pero siempre con la esperanza de quedarme preñada que es obligación matrimonial traer hijos al mundo»
Como quiera que Dios, no le daba hijos y no contravenía el mandamiento sagrado Doña Pía, folgaba todas las noches.... Y sin necesidad que fuese de noche que los mandamientos no decían nada al respecto. Muchos años estuvo así Doña Pía, pero las brasas con el tiempo se fueron apagando y el marido de doña Pía,  entró en recesión, donde antes había día y noche empezó a quedar solo noche, entre dos luces, y al final, dos velas.
Viendo pues doña Pía que su marido perdía el apetito carnal, tuvo varias consultas con don Rogelio, médico del pueblo, quien le aconsejó dejar seguir las cosas como estaban y  su curso a la naturaleza que era sabia. 
-Los años no pasan en balde y tu ya no tienes edad para esos menesteres doña Pía.
-Pues yo aun puedo, aun puedo..
No quedaba satisfecha doña Pía con los consejos del Galeno, y convencida de que era un mal médico y un ignorante y que además lo decía para fastidiarla, planeó visitar en Zafra a una curandera llamada  Yelizaveta Vasilieva, venida de no se sabía a ciencia cierta de donde, pero que en poco tiempo había alcanzado fama “universal” en todos los pueblos. En los mentideros se decían de ella cosas tan dispares como  “titulada en las universidades de Membrih y de Canfor” “doctorada en medicina y cirugías por la universidad de Moscovia” “la bruja de Pangea”  “la pitonisa de Siberia” y un largo repertorio de títulos y nominaciones.
Anna Kulishova
Recibió Elisaveta, que así es como se presentaba la curandera, a doña Pía, una mañana de Septiembre. Una vez realizadas las presentaciones:
-Usted dirá  doña Pía, cuales son sus dolencias.
-Más que dolencias  son carencias Sra. Elisaveta. Resulta que llevo mas de 20 años intentando traer un heredero al mundo. Dicen en el pueblo que soy machorra, pero yo sé que no lo soy, también se que ya no atraigo a mi marido y que está entre frío y aburrido, mis encantos ya no son suficientes para levantarle el ánimo y no es por falta de paciencia, pero necesito seguir intentando quedarme preñada que es mi obligación como buena sierva de Dios, a quien elevo mis plegarias todos los días. Con esto, creo que queda clara mi presencia en esta su casa.
-Bien, doña Pía, aprecio, que es usted mujer ardiente, que tiene usted 45 años y que por tanto la cosa se complica muchísimo, aprecio que viene usted sangrando y que por ello, aún, puede parir. El caso merece mucha atención y que sigamos al pie todos los protocolos que el asunto requiere. Para empezar me voy a adecuar para la ocasión, en tanto, vaya usted quitando la ropa y póngase en pelota.
La Mañana (Lovis Corinth)
Quedó Doña Pía tan sorprendida como contenta al comprobar que de un vistazo le había adivinado algunas cosas, su estado, la edad y por si fuera poco que tenía los días de sangrado que últimamente eran muy irregulares.
Al poco volvió a la sala Elisaveta, ataviada con una túnica blanca de anchas mangas y bordada con hilo dorado, portaba un canasto de mimbre en cuyo interior había diversos frascos. Depositó los frascos en una mesa rectangular que había en la sala adosada a una pared de la que colgaban tres cuadros con dibujos de Leonardo da Vinci, en el centro el Hombre de Vitrubio y a izquierda y derecha, el embrión humano y anatomía humana. Todo esto, envolvió a doña Pía de tal manera que ya soñaba con que Elisaveta, era el médico ideal y quien resolvería las carencias de su esposo. Máxime cuando esta la hizo tumbar en un catre  cubierto con unas sábanas inmaculadas, limpias y de una blancura que solo podía deberse a la divinidad.
Comenzó a palpar el cuerpo de doña Pía de cabeza a pies, se detuvo mucho más en la vulva que había lavado previamente.
Después, se volvió hacia la mesa y con los brazos en alto recitó con voz solemne: “Capitulare de villis vel curtís impeeri . Missi dominici. Placitum generale.  Apium, cinnamomum, malva, coriandeum, cauda lacartae, lauru folium et cyminum. Una vez terminada la letanía comenzó a mezclar el contenido de los frascos en uno vacío mientras le daba instrucciones:    "Cocerás hígado de chivo, zanahorias, almendras y canela en rama. lo machacarás en un almirez y se lo darás al hombre dos veces en semana.
Te lavarás el chumino con agua muy caliente, comerás uvas pasas y chuparás una rodaja de limón todas las noches antes de acostarte. De la poción que te preparo, deberás tomar medio dedal tú y uno entero tu hombre todos los días por la mañana y en ayunas.
Son 16 reales". 
Por el precio de la consulta, ya quedó plenamente segura que su embarazo era infalible y que Elisaveta, como poco, era el mejor médico de las Españas y del extranjero.
No se sabe si por sugestión o por no tener que tomar más potingues, el marido de doña Pía, volvió a cabalgar. Eso sí, no con la frecuencia que doña Pía deseaba.
Doña Pía, empezó a sentir los síntomas del embarazo  a finales de Octubre, vómitos por la mañana y comienzo de crecimiento de la barriga y los pechos. La barriga de Pía, iba para arriba y los colores le asomaban a la cara. Todo era gozo, aunque tenía un embarazo complicado. No  obstante, doña Pía, apremiaba a su marido a seguir ejerciendo la hípica no fuese que el diablo que es muy malo y dado a destrozar felicidades divinas, interviniese y destrozase lo que tantos trabajos le había costado.
-Pero Pía, porqué  tengo que seguir tomando esa porquería si ya estás preñada.
-Por si acaso, hay que seguir alimentando la preñez, así que calla y a tomar la receta, que la ilustrísima Sra. doctora Elisaveta, que Dios proteja muchos años para bien del mundo, no dijo en ningún momento que dejases de tomarlo cuando me quedase preñada.
El embarazo de doña Pía, se hizo evidente y ella lo paseaba con  orgullo.
-Doña Pía, por lo guapa que estás seguro que va a ser un niño.
-Dios dirá, señora Lucía, Dios dirá. Sea lo que sea, bienvenido será.
Así transcurrieron los días hasta que una mañana de Febrero, amaneció doña Pía con fuertes dolores en el bajo vientre.
-¡Ay que ya está aquí, que ya viene! Llama al inútil ese de don Rogelio, corre y llámalo que siento que se va a presentar la criatura. Si llego a saber esto, me planto en Zafra, en la casa de Elisaveta, que seguro que me atiende mucho mejor que el abombado este.
Se presentó don Rogelio, en casa de doña Pía. Estaba esta  en decúbito supino con las rodillas flexionadas  y las nalgas abiertas chillando a voz en grito ¡ay, Señor! ¡Ay! Asomó la cabeza don Rogelio, para ver si venía la criatura, y estando en esta observación,  soltó doña Pía un pedo tan enorme que despeinó a don Rogelio. Asombrado por lo espantoso del pedo se quedó inmóvil y acto seguido vino otro pedo con tal virulencia que le solapó las pestañas a las cejas.
-Doña Pía, he de comunicarle que es una falsa alarma y que...
Estando en esta conversación y asqueado de los dos pedos en la cara, comenzó don Rogelio a largar por la boca el café de recuelo migado con el que se había desayunado momentos antes, con tan mala fortuna, que fue a caer encima del marido de doña Pía. Este, al sentir semejante vomitera en su cuerpo, cogió la escupidera que estaba llena de la orina de por la noche y se la echó por la cabeza a don Rogelio.
Salió don Rogelio, como alma que lleva el diablo de la casa de doña Pía. Los vecinos que aguardaban en la puerta los resultados del parto, al ver salir de tal guisa a don Rogelio, le preguntaban .-ha sido difícil el parto, niña o niño. A lo que don Rogelio, sin parar de correr decía .-Temporal, ha sido un temporal con todos los avíos.
Zafra-calle del Obispo
Al día siguiente partieron doña Pía y su marido para Zafra y se presentaron en la casa de Elisaveta.
-Que vergüenza, el Parto se me ha ido en un en un soplo. 
-En dos, Pía, en dos. No le mientas a la Sra. Elisaveta.
-A ver ¿qué es eso del parto? no entiendo nada.
Contaron a Elisaveta todo lo ocurrido.
Comenzó la curandera a explorar a doña Pía, cuando terminó, se dirigió al matrimonio con una entonación suave y melódica  "Apreciada familia, lo de ayer, sin duda alguna fue un ataque de flatulencias debido a la acumulación de gases. Usted misma, doña Pía, debería saber que una preñez dura nueve meses y que usted vino a visitarme hace solo cinco y por aquel entonces no estaba usted preñada. Hoy me cuenta que se quedó preñada poco después de visitarme, cosa que ahora veo que no es cierta, usted, señora Pía, ha estado preñada solo en su imaginación y ha sido tan fuerte su deseo que se han desarrollado todos los síntomas de un verdadero embarazo.
En tanto esto decía Elisaveta, doña Pía, corrió hasta el catre, y dejándose caer, rompió a llorar con tanta pena que hizo que su marido se abrazase a ella y comenzase a llorar tan  desconsolado  y con la misma desazón y pena que su mujer.  Elisaveta, comenzó a hablar pero comprobó que ninguno de los dos la escuchaba.
Administró un poco de éter en un paño y lo depositó en el  rostro de los plañideros que sollozaban cara con cara compartiendo el dolor que sentían.
Cuando volvieron en sí, Elisaveta, los observaba sentada en una silla.
-Bienvenidos de nuevo a este mundo. Antes de nada  doña Pía, quiero que sepas que me llamo Anna, Anna Kulishova, que soy médico y que estoy aquí circunstancialmente y por algo que es largo de explicar y que no viene a cuento, aunque por distintos motivos, yo, como usted, soy una mujer inquieta e inconformista.También quiero decirte, que lo que acabo de confesar será nuestro secreto, nadie mas deberá saberlo por mi propia seguridad. Os estaba diciendo antes de vuestro desmoronamiento que tu primera preñez era producto de tu deseo, pero, mi apreciada Pía (era la primera vez que la llamaba sin el tratamiento de doña), querer es poder, y su insistencia y su deseo han sido contestados, le tengo que comunicar que está usted fecundada y que en el plazo de siete meses su familia se verá incrementada.
Allí continuaron los llantos, los saltos y los abrazos, pero en esta ocasión llenos de gozo y alegrías. Doña Pía, ofreció a Elisaveta, ser la madrina de su futuro hijo, a lo que Elisaveta respondió .-Sería un honor para mí, apreciada Pía, y por ello te quedo muy agradecida pero para antes que traigas al mundo a tu hijo, yo, deberé estar con los mío. Cuando ya no esté por esta tierra tan maravillosa y que tan bien me ha acogido siempre me quedará vuestro recuerdo. Cuando nazca tu hija, ponle por nombre Elisa.
-Cómo sabes que va a ser una niña.
-Porque no concibo tu embarazo mas que por la ayuda de Dios, y ese, es el significado de su nombre.
Doña Pía, se hizo el propósito de visitar a don Rogelio para pedirle perdón y comunicarle la buena nueva y para que si tenía a bien, siguiese su embarazo, pero esta vez sin necesidad que se asome demasiado para evitar posibles afrentas.
También visitaría a don Lotario, para decirle que ya no sería necesario que la advirtiese sobre la lujuria, porque iba a seguir folgando en tanto tuviese ganas y su marido estuviese dispuesto “ya me encargaré yo de que lo esté, porque le voy a dar los potingues de Elisaveta, hasta que las ranas críen pelos, que con su generosidad me ha dejado como he de hacerlos” porque ese Dios, tan bondadoso que le estaba dando un hijo, era imposible que la privara de la felicidad que le daba yacer con su marido, especialmente si se hace,  como es deber de todo cristiano,  buscando traer hijos, que para eso lo haría ella por el resto de sus días, dejando de la mano del Altísimo conseguirlo, o no,
Siete meses después de su última visita a Elisaveta, doña Pía, asistida en el parto por don Rogelio, dio a luz.
-Es una niña y es, preciosa.
-Ya lo sabía don Rogelio. Se llama Elisa.